18/5/08

Inseparables

Por Edelly J.
El frío se me cuela por entre las colchas, extiendo mis manos buscando ponerme encima el otro cobertor, pero sé, que ya debo levantarme, me molesta el sentido de compromiso tan enraizado en mí, ese que casi me desabriga y me eyecta de la cama; trato de ignorarlo por un momento, pero es casi imposible... -No quiero levantarme-pienso en mi interior -Hoy es sábado, debería poder levantarme al menos a las ocho- Pero su imagen viene a mi mente de manera impetuosa (característica muy arraigada en su personalidad) e inevitablemente me saca de la cama. Si no fuera por ella nada conseguiría privarme de mi lecho el día de hoy.Arrastro mis pies con desgano en dirección a la ducha, para intentar que la frialdad del agua logre separar mis párpados...El agua está helada, pero eso ayuda a que mi pereza desaparezca más rápido que un rayo en el cielo. Con un poco más de coraje me arreglo para salir de la casa, tomo mis instrumentos de trabajo (de fin de semana) y me dispongo a dejar mi hogar, (no sin antes poner a buen resguardo a todos mis hijos que aún duermen, con todos los ángeles, arcángeles y querubines que tengo a mi disposición para su protección, dándoles instrucciones de que estén arriba, abajo, delante, atrás, a la derecha y a la izquierda de cada uno de ellos y por si ellos fueran pocos (los ángeles), le pido a Dios que de vez cuando también les de una ojeadita; esto es una ceremonia cotidiana, que no se si todas las madres hacemos, pero yo por lo menos, no salgo de casa sin hacerlo antes de que ellos vayan a sus labores diarias).Para llegar a su casa debo hacer transbordo en dos unidades de transporte, estoy ansiosa, tengo muchos días ya sin verla. Al llamarme dos noches atrás me dijo: – Me levantaré muy temprano y te prepararé un rico desayuno- Cosa que me sorprendió y agradecí con entusiasmo, ya que no es su costumbre levantarse temprano.El cliente era nuevo, vivía cerca de su casa (su hijo me había recomendado unos días antes para el trabajo).Mientras me acercaba a esas rejas color bronce que escudaban aquellas paredes pintadas de azul, mi corazón se alegró, realmente reconocí que la quería mucho...y me contentaba haber vencido aquel cansancio que no me dejaba abandonar el sueño en la mañana.Como siempre la puerta de su hogar permanecía de par en par, sólo la reja de la calle estaba cerrada, pero cualquiera que pasara por el frente, podía observar con claridad casi toda la casa; me percaté que en mi ausencia el piso había rejuvenecido con unas hermosas baldosas color rosa; lucía presuntuoso y brillante.Un enorme y desconocido sofá, asomaba con timidez parte de su apariencia, misma que ataviaba la sala con orgullo, me agradé de aquella transformación, que observé a medias, en silencio desde afuera.Inmediatamente y sin preámbulo acerqué mis dedos a la reja para tocar el timbre, lo hice tímidamente y esperé...a lo lejos escuché su voz vivaracha:-Ya voy, un momento-Sonreí interiormente, al instante la vi que se acercaba desde la cocina, con aquella enorme sonrisa que le era tan particular, tenía una franela ancha que lucía mojada y unos pantalones cortos, asumí que estaba lavando la ropa de “sus chiquillos” (una señorita de 12 años y un jovencito de 18), le decíamos “mamá gallina”, cosa que no le molestaba, por el contrario la hacía sentir orgullosa. Abrió la puerta (ahora automática) desde adentro, me impresionó la nueva y recién estrenada tecnología que relumbraba en su hogar...bromeé acerca de eso y nos reímos... -Amiga, ¿cómo estás?- preguntó mientras nos abrazábamos...era un abrazo de hermanas más que de amigas...Hablamos de todo y de todos, nos pusimos literalmente al día en todas las cosas que nos concernían y en algunas otras que nada tenían que ver con nosotras, pero que era inevitable dejarlas pasar inadvertidas.Mientras nuestra conversación se desarrollaba, ponía delante de mí una enorme cantidad de alimentos que indiscutiblemente tenía que comer, debido a la delicia de los mismos. Estaba tan amena la charla que casi olvido que otros de los motivos de mi visita era su vecino (ahora mi nuevo cliente) al cual le tenía reparar la PC; me doy cuenta de lo vertiginoso que transcurría el tiempo, motivo por el cual, rápidamente me dirijo a la casa adyacente, con el estómago muy contento y entretenido. Pero antes de salir de su casa, me lanza una “orden-petición”.-No te vayas a ir sin antes pasar por aquí, mira que te tengo “unas cositas” por allí-Le sonreí mientras afirmaba con mi cabeza...ya sabía yo, lo que significaban aquellas palabras...Al pasar a despedirme me entrega unas bolsas contentivas, algunas de pan (ya que su esposo es panadero), algún envase con un poco de esa deliciosa sopa que quedó de la cena de anoche, “pa´ los muchachos”, un pantalón -que ya no le queda a mi hija, llévatelo a ver si le sirve a la tuya “está sanito” junto con esta blusa que le hace juego-, unos zapatos que eran de su hermana que de seguro -a ti te quedan muy bien-...y un sin fin de otras cosas...Agradecí a Dios por ella, su actitud hacia mí me hacía recordar a mi abuela. Aquella viejita que dejaba de hacer cualquier cosa, cuando ibas a visitarla solo por atenderte y en la despedida metía en tu cartera un trozo de torta de pan, para el camino y unas cuantas monedas, que quizás no te hacían falta, pero que a ella le daba tranquilidad saber que las tenías, “porque uno nunca sabe si hay una emergencia”...Esa es Yogle, “la impetuosa”, la “mamá gallina”, la espontánea, la alegre y por sobre todas las cosas una de mis mejores amigas.Me entristeció, la falta de mi otra amiga Lesbia, que tampoco veía desde hace un largo tiempo, mi trabajo puso una enorme distancia entre nosotras, sólo cubierta por las llamadas, los correos y las chateadas que nos pegábamos hasta bien entrada la noche, pero esta vez ella había salido inesperadamente hacia la ciudad donde vivían sus hermanas y le fue imposible estar en nuetra conversación.
Ésta es una relación no de dos amigas...sino de tres...que habían entrelazado sus vidas como un fuerte cordón, a pesar de las diferencias y disimilitudes de caracteres. Habíamos aprendido a respetarnos y aceptarnos tal cual éramos...Nuestros hijos crecieron juntos y a la vez son amigos unos de los otros...que virtud el tener amigas, sin ellas mi vida carecería de color y mis tristezas fueran menos llevaderas, una a mi mano derecha y otra a mi mano izquierda...
Hoy doy gracias por levantarme tan temprano...lo que me llevo guardado en el corazón (y en bolsillo), bien valió la pena el sacrificio..En este escrito me faltó una amiga......Pero esa puede ser otra historia...

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