6/2/08

Amor en silencio Parte II




Amor en silencio Parte II
Por Edelly Peña

Con el pasar de los años, ella se convenció de que Roberto se había recuperado de la separación, que había seguido con su vida, lo imaginaba feliz y siendo un excelente padre, aunque nunca regresó con la madre de sus hijos.
En cambio Sofía seguía como perdida, todavía no había aprendido a vivir sin el compañero de tantos años, se mantenía haciendo pequeños trabajos aquí y allá, que apenas le alcanzaba para comer y pagar algunas cuentas, en la calle jamás demostraba dolor, pero al llegar a casa comenzaba la agonía, cada día desde que se divorció esperaba que su esposo regresara a casa, cada día preparó dos tazas de café al levantarse, ponía dos sitios en la mesa en cada comida, el teléfono siempre estaba a la mano por si acaso el llamaba y cada repique representaba un latido lleno de esperanza, pero Roberto jamás llamó para otra cosa que no fuera saludarla muy de vez en cuando y en las ocasiones cuando se enteraba de que estaba enferma que por cierto eran pocas, no las veces que se enfermaba que de por si eran muchas, sino las oportunidades en las que el se enteraba de ello, ella continuaba esperándolo y a solas en su habitación imagina que estaba cerca y le contaba sus historias. A pesar de no recibir ninguna señal de parte de Roberto, ella aún retenía esperanzas muy dentro de su corazón.
En ocasiones cuando la desesperación la vencía tomaba el teléfono y marcaba a su oficina con cualquier excusa, no importa cuan idiota fuera; para pedirle que arreglara una tubería dañada, llamara al banco por una tarjeta, para preguntarle por sus hijos, para saber como estaba, pero Roberto a pesar de ser muy cortés y de que resolvía algunos de sus inconvenientes, siempre se negó a ir a su casa, en algunas ocasiones, ella se acercaba hasta su trabajo y lo llamaba para que el bajara, aprovechando que ella estaba cerca de ese lugar, el lo hacía muy amablemente, la saludaba, la abrazaba, hablaban de tonterías y a los 30 0 45 minutos cuando mucho, ya él tenía otros compromisos y tenía que dejarla.
Sofía comenzó a perder mucho peso, su salud estaba muy delicada, las continuas taquicardias, la dificultada para respirar, la irritabilidad, que muchas veces sintió y las tanta oportunidades en que perdió el conocimiento la obligaron a ir a consultarse médicamente. La sola idea de asistir a un médico sola la aterraba, pensó en llamar a Roberto, pero no quiso molestarlo, además pensaba que ya no le importaba. Después de hacerse algunos exámenes médicos, dieron como resultado que estaba sufriendo de ataques isquémicos transitorios (AIT), es decir, supresiones súbitas del aporte de sangre al cerebro y, por consiguiente, de oxígeno, cuya causa se identifica con la obstrucción o estrechamiento de las arterias que irrigan al encéfalo. El bloqueo o angostamiento descrito produce pérdida momentánea de la conciencia, lo que puede durar segundos o fracciones de éstos. El doctor ordenó otros exámenes porque en la mayoría de los casos esto era síntoma de una enfermedad mayor. Con los resultados y los consejos médicos se fue a su casa, sola, por unos días no pudo comprar las medicinas prescritas por falta de dinero, se sentía muy mal, ya era imposible poder disimular ante los demás su mal estado físico. Llamó a Roberto y le pidió el dinero en calidad de préstamo, sin dar mayor detalle, aunque él tampoco preguntó mucho. Al tiempo le diagnosticaron una insuficiencia cardiaca, esto fue devastador para ella.
Continuará...
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