27/2/08

La historia de Laura


MI SACRIFICIO



“Mi nombre es Laura tengo 38 años... y ésta... es mi historia...
...Me enamoré muy joven y pensé que era correspondida, pero al pasar el tiempo me di cuenta de que no era así, ¿que cómo me di cuenta? Pues al ver a mi amado novio ir del brazo de otra camino al altar, fue un tremendo golpe para mí, me sentí burlada, engañada; sufrí mucho por un largo tiempo pero intenté salir adelante…
Conocí a Francisco y aunque no lo amaba me casé con él y el me acepto así, pensamos que al pasar el tiempo el amor al fin podría llegar, pero desafortunadamente no fue así.
Francisco era un buen hombre y me trataba bien, pero su familia nunca estuvo de acuerdo con nuestro matrimonio, ellos pensaban que yo no era la mujer indicada para él, por tal motivo hacían mi vida cuadritos, me trataba mal y lo que más me dolía era la indiferencia de mi marido ante este maltrato por parte de su familia, eso me hacía muy infeliz, porque a pesar de que no lo amaba, lo llegué a querer mucho y a respetarlo y atenderlo como una esposa abnegada.
Mi familia se alejó de mí, pues no me podían visitar en mi casa, debido a los inconvenientes con mi familia política, esto me hizo sentir muy sola. Con el transcurrir del tiempo tuvimos una hija Victoria, ella alegró mi vida, acompañó mi soledad, me hizo sentir plena como madre, pero como esposa, otro era el cuento. Mi marido es un hombre muy machista, en el hogar no colabora en nada, cuidé de mi hija prácticamente sola, el se encargaba de traer la comida y lo necesario en el hogar, pero ya me había acostumbrado a vivir de esa manera.
Pasaron los años nuestra hija Victoria creció y con ella crecieron los problemas de mi matrimonio, la situación era ya insufrible y tomé una decisión muy dura para mí, decidí divorciarme de mi esposo, yo merecía algo mejor y el también; pero decidirlo fue mucho más fácil que llevarlo a cabo, de manera inesperada me di cuenta de que estaba nuevamente embarazada.
Nació mi segundo hijo y ese día que debió ser el más alegre de mi vida, se convirtió en el más triste, Carlos, mi hijo, había nacido con una deficiencia, que a la larga no le permitiría caminar, ni hablar, ni siquiera le permitía comer, además de tener cierto grado de retardo, esta situación me hizo olvidar por completo lo del divorcio, por ahora mi hijo era mucho más importante que el hecho de ser mujer. Mi esposo se alejó por completo de mi hijo, no lo quería, esto empeoró nuestra situación como pareja y traía más desdicha a mi vida. Pero hice de tripas corazón y dediqué todo mi empeño en llevar a mi hijo a los especialistas que se encontraban en la capital (pues yo vivía en una ciudad del interior), no me importaban los sacrificios que tuviera que hacer, estaba con toda la disposición de hacer todo lo que estuviera a mi alcance para ayudar a mi hijo.
Lo llevé a especialistas que me ayudaron a darle los cuidados adecuados de acuerdo a su condición a terapias para ayudarlo a desarrollar su parte motora, ya que por muchos años lo estuve alimentando con sopitas y pecho, porque no podía masticar por si mismo, ni comer. Fueron unos años muy duros para mí, sobre todo porque tuve que afrontarlos yo sola, ya que mi marido jamás me acompañó al médico, ni me ayudó con las terapias, ni nada; mi vida se volvió tristeza y soledad, pero ellas mismas me alimentaban para seguir luchando con mis dos hijos.
Me alejé por completo de la familia de mi esposo, porque me cansé de sus desaires, la soledad, la tristeza y los problemas que he tenido me han hecho una mujer fuerte ante la adversidad. Hoy mi hijo tiene catorce años y contra los pronósticos de los médicos ya come solo, un poco lento es cierto pero solo, también logró caminar, con cierta dificultad, pero camina, aún no se baña, ni se cepilla y tiene limitaciones en el aprendizaje, pero para mí ha sido un extraordinario avance, hoy al verlo sonreír me digo a mi misma “valió la pena todo mi esfuerzo, todo el amor entregado”, mis hijos han sido mi premio, mi galardón.
Mi hija es toda una señorita, es hermosa y esta llena de sueños que pronto realizará, la ayudaré a alcanzar sus metas, pero lo más importante es que llegue a ser muy feliz. Mi hijo siempre estará conmigo y ojalá Dios me de mucha vida para poder seguir ayudándolo en todo lo que necesite.
Aún estoy con mi marido que con el tiempo aprendió a querer a nuestro hijo, aún hago todas las labores de la casa sola, aún espero poder algún día salir de esta vida prestada. Estoy cansada, no se los puedo negar, tal vez un día me anime y deje de ser una criada más y empiece a ser el amor de alguien. Quizás un día huya de este miedo que tengo de ser amada plenamente, de esta desconfianza que tengo del amor. Tal vez un día aprenda que merezco ser feliz, respetada, amada. Quizás algún día logre conocer al amor.”

No hay comentarios.: