27/10/08

Crónica de un pecado

Por Edelly J.
I
Fatigada de su vida vacía, camina hacia el callejón medio iluminado, por un poste de luz que parece mucho más cansado que ella.
Se sienta en un peldaño a meditar en su trajinar desacertado, sus decisiones mal tomadas, su soledad inseparable y esos recuerdos hacen que rueden lágrimas por sus maquilladas mejillas, dejando sendos surcos que recorren toda su cara y llegan hasta mas allá del cuello.
Se levanta, seca sus facciones humedecidas y se dirige hacia las cuatro láminas de zinc que cumplen el papel de hogar, en una de las barriadas más peligrosas de la ciudad. Allí la esperan sus hijos, inocentes del laborar de sus noches oscuras. Lava su cara quitando el maquillaje confuso de sus ojos; ve hacia la improvisada ventana y observa que ya casi está despuntando el día.
Prepara el desayuno de sus hijos que se disponen a ir al colegio, alegres ellos preguntan a su madre:
_ ¿Qué hay para desayunar?_
_Pan de dolor y lágrimas_ respondió con un murmullo casi imperceptible.
Se dirige a su habitación, después de despedir a sus pequeños en la puerta de su casa, se recuesta en la cama y profundiza en las reflexiones que se hacía en la madrugada.
Hastiada y avergonzada decide:
_ Ya no más, merezco más que esto que ahora tengo_.
Recuerda con amargura las palabras de aquel “enviado del cielo” (como le decía su abuela Margarita) que vivía cerca de la casa de su madre, cuando apenas contaba con dieciséis años de edad: _“Dios tiene un hermoso propósito contigo” _
_ Si me viera ahora…se reiría de mi propósito_ pensó.
Casi inmediatamente se quedó dormida agotada por la falta del sueño nocturno.

II

“_ ¡Teresita ven a comerte tu merienda!_
_Ya voy mami, espera estoy jugando con mi muñeca nueva _
_Ven rápido mi niña antes de que se te enfríe el chocolate_
¡Cómo le encantaba el chocolate caliente! Solo al imaginarlo se le hacía agua la boca. Nueve años tenía Teresita Muñoz, era una niña alegre, generosa y obediente, consentida por toda su familia, especialmente por su mami Victoria Muñoz.
Corrió hasta la casa y se sentó jubilosa a la mesa en donde la esperaba la humeante taza de chocolate con un enorme trozo de pastel de manzanas. Su abuela era experta en pasteles, ella misma la acompañaba a venderlos en los abastos cercanos a la casa y a la gente les encantaban; pasteles de fresa, de albaricoques, de peras, de cerezas, pero a ella le encantaban los pasteles de manzanas, esos eran sus favoritos “en el mundo”, como solía gritarle a su abuelita cuando los sacaba del horno.
Se saboreó cada trozo de pastel y cada sorbo de chocolate lentamente, el solo verla comer daba placer a los sentidos. Se levantó, tomó los platos vacíos y los acercó hasta el fregador, en donde los dejó para que su mamá completara el trabajo siguiente de lavarlos.
_ Gracias mami, te quiero de aquí hasta el universo_ le decía a su mamá mientras extendía sus brazos de par en par, para demostrarle de que tamaño era su amor.
_ Muchachita interesada, solo porque te di pastel me dices eso_ dijo su madre bajando a la altura de su hija para darle un apretado abrazo y un beso en la mejilla, uno en la frente y otro en el mentón, como era su costumbre”.

III

“En una esquina de la casa, Teresa ya mas grande, escondía el rostro entre sus rodillas, no podía creer que estuviera pasando…se resistía a entender tanta locura junta… su madre y su abuela habían fallecido en un accidente de tránsito, cuando se disponían a hacer las compras para la cena navideña, un conductor ebrio no se percibió de que el semáforo estaba en rojo, ignorando la señal, mientras ellas cruzaban la calle, la muerte fue instantánea para su abuela, su mamá sobrevivió unas horas, pero ella no pudo alcanzar a llegar a verla con vida.
Ella no quería una cena, ni regalos, ni nada, solo quería a su madre y a su abuela de vuelta a casa. ¿Qué haría ella sin ellas?, no tenía a más nadie en el mundo.
_ He perdido todo lo bueno que tenía de un solo golpe_
_ ¿Alguien que me diga lo que he hecho para recibir este enorme castigo? ¿Por qué, Por qué? _
Gemía mientras sollozaba sin consuelo. Acababa de cumplir dieciséis años…
Tres días después, y aún adolorida por la pérdida, se dirige a la cocina y al abrir la nevera se encuentra con algunos pasteles, que su abuela tenía destinados para la venta, tomó uno de manzana y lo llevó a la mesa, lo miró por largo rato buscando encontrar en el, una sonrisa de su abuela, algún gesto de cariño que le hablara, que le dijera que todo había sido un terrible sueño.
Aún estaban en el fregadero los trastes de su última comida juntas, su mamá había guisado un pollo con papas que la hizo meterse los dedos a la boca sin importarle las críticas de su molesta abuela, mientras la reprendía.
Tomó la taza en que su madre había tomado su café mañanero, esa enorme taza azul cobalto con un hermosa flor en uno de sus lados, que no permitía que nadie más usara, solo ella; en algún momento llegó a preguntarse _ ¿De dónde provenía esa taza? ¿Quién se la habrá obsequiado a mi madre Para que la valore de tal manera, que ni siquiera yo puedo tocarla?_, Recordaba que le había dicho mientras sorbía su café que se tenía que encargar de dejar toda la cocina _“tan pulcra que ninguna alimaña quisiera entrar en ella”_ Sonrió a hurtadillas, su mamá era tan dedicada en la limpieza que a veces le molestaba.
Tomó un trapo y empezó a limpiar todo de manera desesperada, lavó los platos, las tazas, recogió todo una y otra vez…quería que su mamá pudiera observar su cocina tan limpia como le gustaba.
No pudo evitar dejar correr sus lágrimas una vez más por el rostro.

IV

“_ Hola Teresita, buenos días una vez más te expreso, que Dios tiene un hermoso propósito contigo_ Le decía el viejo Víctor Méndez, cada vez que la veía asomarse en la ventana. Traía a su memoria en ese instante, que lo había hecho desde que era una niña y su abuela le decía _ “Di amén mi niña, que ese es un enviado del cielo”_ y ella rápidamente le respondía _ “Amén señor enviado” y reía a carcajadas en tanto su abuelita la amonestaba.
“_ Víctor Méndez, era muy joven cuando llegó al pueblo”_ le contaba su abuela, _ “Ni siquiera se había casado con doña Gregoria, iba por todo el pueblo a pie predicando la palabra de Dios, muchos creyeron por medio de él y abrieron la única iglesia que aún hoy está en el sector”_.
Recordaba Teresa, todas las veces que su madre la llevó a la pequeña iglesia, donde predicaba el señor Víctor, mientras lo veía alejarse carretera abajo con cierta dificultada al caminar. Se percató entonces de que desde hace mucho tiempo no decía amén a esas palabras… sí… no decía amén desde que su madre y su abuela habían muerto.
No pudo terminar el bachillerato, buscó trabajar para poder pagar la renta de la pequeña casa en donde habían vivido tantos años juntas y que costeaban con la venta de los pasteles de su abuela y la costura de su madre. Nunca les había faltado nada.
Pero en un pueblo tan pequeño como ese, las posibilidades de conseguir empleo eran casi nulas. Poco a poco se le fue acabando lo poco que tenía y se vio obligada a salir a la capital, a pesar de sus temores...”

V

Despertó sobresaltada por los gritos de los niños que volvían del colegio, se había quedado tan profundamente dormida que la sorprendieron en la cama, ágilmente se levantó, los besó y corrió a cocinarles el almuerzo. Había estado soñando…
_ ¿Cuándo cambió mi hermosa vida con mi mamá y mi abuela?_
_ ¿Cuándo dejé de ser aquella niña inocente, para convertirme en esta mentira? _
_ ¿Cuándo, cuándo, cuándo?
CONTINUARÁ……

15/10/08

Mi corazón está dolido

Por Edelly J.
Dolor siento en el alma al oír tu corazón llorar
¿En qué momento me descuidé al cuidarte?
Si para ser tu escudera me preparé
¿Cuándo te dieron el golpe certero
que te ha impulsado a todo renunciar?
¡Mi amado amigo, guerrero del Altísimo!
¡Déjame cuidarte el alma y el corazón.!
¡Déjame dibujarte sonrisas!
¡Déjame alegrarte el rostro y la vida!
¡Déjame regresar el tiempo y así
este padecimiento en ti evitar!
¡¡¡Pero no puedo y siento rabia!!!
Doblo mis rodillas y a mi Dios clamo
Padre mío dime ¿qué hacer?
Al rato entre gemidos y lágrimas
Él, de vuelta a tí me envía a decirte,
Levanta tu ojos al cielo y dime
¿qué ves? ¿Nada? ¿Estás seguro?
Espera... déjame hacer algo....
_"Señor permite que mi amado
pueda ver lo que yo veo"_
...Ahora si guerrero del altísimo...
Vuelve tu mirada al cielo una vez más
Y dime mi amado amigo ¿qué ves?
"Veo gente de a caballo y carros de fuego"
Ahora amigo mío y amado...
¿Puedes decirme en las noches oscuras
al tu Padre buscar de rodillas qué oyes?
"Como cascos de mil caballos
retumban en mis habitaciones,
no se de dónde vienen ni lo
qué significan pero no siento miedo",
Y te digo mi amigo, mi amado
Mi guerrero del Altísimo,
¿Aún no entiendes?
No pierdas la paz, pues más son
los que están con nosotros
Que los que están con ellos...