9/3/08

Enamorarse a los 40

A nuestra edad, después de cuatro décadas, el amor ya recorrió caminos, dobló esquinas y optó por encrucijadas, ya erró, ya acertó, ya resbaló, ya se arrepintió e inevitablemente el tiempo se fue.Se vivió el amor, se perdió el amor, algunos por la mano de Dios, otros por el debilitamiento de la vida en pareja.Hoy nuestra mirada en la dirección del amor continúa más linda, pues en el largo camino de los sentimientos, aprendimos a sumar, a dividir y a multiplicar, sin oportunidades de disminuir en el conocimiento del sentimientos del amor.El amor maduro llega despacito y se aloja en nuestra vida, sin tiempo para acabar.La caminata entre dos es más serena, existe la complicidad, el cariño es más espontáneo, no nos inhibimos frente al querer, la sintonía es completa y los recuerdos son depositados en el álbum de las nostalgias, que guardamos de un tiempo que no volverá.Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada.El brillo es más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte.La construcción de la caminata entre dos es la suma del querer, es el encuentro de dos almas aplaudidas por dos corazones que dividen la emoción de amar.Las actitudes menudas, los gestos y los detalles son los alimentos que sustentan ese amor.Vivir en pareja es la alegría de la compañía, de la caricia tierna, de los besos todavía calientes, de las miradas insinuantes cuando el deseo se manifiesta y la promesa en la mirada de que: Cada amanecer…¡Será el día más bello …entre dos seres que encontraron el amor!"

Esta hermosa reflexión me la envió mi amigo El Gato desde Santo Domingo, República Dominicana, no es de su autoría, solo la encontró navegando por la web y le pareció que se parecia mucho a mí, lo cual le agradezco mucho, desde aquí te envío un saludo, si alguien sabe de quien es, por favor diganmelo para darle los créditos correspondientes en mi página, la verdad a mí me agradó mucho, porque es lo que más de acerca a la verdad de un amor que llega a nuestra edad.

A mi me hizo recapacitar y me dió esperanzas...espero hayan podido disfrutarla,
Saludos, Edelly Peña

8/3/08

Baja de afecto superada

Por Edelly Peña
Hace mucho tiempo llegué a sufrir de una baja de afecto tan terrible que llegué a convertirme en una minusválida emocional, con todo el sentido que esas palabras encierran.Llegué a creer con todo mi corazón que la vida no tenía sentido si no la vivías al lado de alguien, no importaba quién, ni tampoco como te trataba, si era bueno o malo, la cuestión era compartirla con alguien.Todas las personas que estaban a mí alrededor, estaban en parejas, mis amigas estaban todas casadas y las que no lo estaban pues o tenían novio o tenían alguna conquista y las que estaban solteras pues eran muy jóvenes; el solo hecho de conjeturar una vida en soledad para mí era terrible; por eso cuando mi marido se fue de la casa, mi vida dio un giro tremendo e inesperado, sentí una aprehensión en mi cuerpo que me provocó una inquietud tan grande que me impulsó a seguir buscándolo de tal manera, que creo que llegué a convertirme en una acosadora; lo llamaba a diario y a pesar de que ya habíamos firmado el divorcio, yo no lo aceptaba bajo ningún argumento, yo seguía siendo la señora de fulano de tal, y eso me impulsaba a seguir reclamando sus ausencias, sus llamadas inexistentes, sus olvidos de fechas de aniversario, etcétera. Así seguí por mucho tiempo, tanto que mi ex se acostumbró a mis llamadas y reclamos, se disculpaba cortésmente y seguía ignorándome y viviendo.Las noches se hicieron tan largas que se unían a las mañanas del día siguiente, pero a pesar del paso del tiempo y de que mi esposo no regresaba, dentro de mí alimentaba la esperanza de que algún día “tomaría conciencia” y regresaría y créanlo o no yo realmente lo creía y así esperaba.Al reunirme de vez en cuando con mis amigas y entrar en temas de conversación de parejas inevitablemente hablaba de mi marido como si aún estuviera en casa, hacía comentarios como: “cuando yo cocino tal cosa a mi esposo no le agrada tal sazón” o “yo cocino mas arroz porque a mi esposo le gusta poco la pasta”, ellas me miraban desconcertadas, ya que sabían que estábamos divorciados desde hace más de seis meses y con el tiempo de separación previo el tiempo era aún más largo, pero silenciosamente seguían mi juego.Hasta que un día se saturaron de oírme hablar, soñar, confiar y llorar por alguien inexistente y decidieron enfrentarme con una verdad tan dura como una pared y contra la cual fui a estrellarme tan fuertemente que casi pierdo hasta los dientes.Los oí inmutablemente en silencio y con los ojos que se sofocaban entre las lágrimas, pero con la cara en alto, sabiendo muy en el fondo de mi corazón, que tenían razón: mi marido, ya no me amaba, ni me amaría mañana, ni pasado mañana, ni nunca, él sentía un fuerte cariño hacia mí, era cierto, pero solo era producto de tanta vida juntos, pero nada más. Cuando terminaron de hablar, sigilosamente me levanté de mi silla, tomé mi cartera y me dirigí con pasos firmes hasta la puerta, ninguno se atrevió a detenerme, a pesar del miedo que los embargaba de que quizás yo cometiera una locura, como lo había intentado alguna vez en el pasado.Salí, me subí al auto y conduje sin prisas hasta un lugar en donde pude detenerme y entonces rompí en llanto, saque de dentro de mí todo ese dolor que ya tenía mucho tiempo escondido entre sueños y esperanzas, lloré hasta que agoté mis lágrimas y entonces pude ver con claridad, todo el tiempo gastado, toda mi absurda habilidad para soportar tanta falta de amor hacia mí. Y entonces... me permití reírme de mi misma y me reí con tantas ganas, que mi estómago empezó a dolerme, cosa que no impidió que mis carcajadas retumbaran en los vidrios de mi automóvil de tal manera que parecía que ellos me acompañaban en mi ceremonia. Ese día decidí salir de ese laberinto de vida a medias, decidí salir de allí a pesar del miedo que eso me producía, decidí que merezco ser amada, decidí amar con libertad y plenitud y que si no tenía eso de alguien, había decidido asimilar mi soledad, pero feliz, sin llanto.Aprendí que mi mayor venganza era olvidarlo y mi más grande logro, aprender a vivir si él.Unas tres semanas después, me volví a encontrar con mis amigas en un almuerzo, ellas evitaron a toda costa entrar en el tema de nuestra última conversación, yo estaba alegre, cosa que a ellas las perturbaba mucho, estaban muy intrigadas al ver mi cambio, pues en toda la comida no mencioné ni una sola vez a mi ex esposo ni para bien, ni para mal, pero no quisieron meter el dedo en la llaga y aunque se morían de ganas por saber se resistieron y no preguntaron nada, yo por mi parte les agradecí mucho el gesto.Hoy han pasado tres meses desde aquella confrontación con esa verdad absoluta y descomunal, pero hoy sonrío, duermo, como y me cuido más que antes, no les voy a decir que ya lo olvidé y lo dejé de amar, porque sencillamente no es así, es solo que aprendí que nuestro tiempo ya pasó y debo continuar mi camino, sin miedos ni temores, con esperanzas y fe, todo lo que pasa a nuestro alrededor tiene una motivación y ese porqué siempre es para bien tuyo, aunque a veces el dolor no nos deje ver .Ya no me engaño más, ya no escucho esas mentiras que hacen que mis oídos sangren al escucharlas. Si esa persona que yo creí que era el amor de mi vida empacó y se fue y al irse yo no pude despedirme, hoy aunque es un poco tarde, me paro en la puerta, levanto mi mano y le digo adiós, convencida de que no pude retenerlo, a pesar de que quería con todo mi corazón, le agradezco el tiempo hermoso, aunque corto, que permaneció a mi lado.Hoy estoy segura que ese no era mi amor auténtico, porque el amor verdadero cuando llega jamás dice adiós, trataré de no equivocarme nuevamente, no buscaré con desesperación en los rincones, el vendrá a mi y estaré educada para reconocerlo al verlo.Hoy algunas veces en las noches lo busco al despertarme, pero ya, cuando me doy cuenta que no está no me desespero. Ya no duermo en una esquina de la cama, ahora ocupo el centro de ella, porque me pertenece por completo, llené las gavetas vacías con mi ropa y regalé las cosas que aún conservaba de él, si pasó tanto tiempo sin usarlas no creo que llegue a necesitarlas. Ya no lo llamo para saber que está haciendo, porque entendí que su tiempo le pertenece, el está donde quiere estar y eso debe hacerme sentir bien, porque si lo amo quiero todo lo bueno de la vida para él. Al acercarse alguna fecha importante que en cierta forma lo involucre a él, sonrió porque el fue fundamental para mí. Agradezco a Dios por su existencia y por el tiempo compartido y simplemente la dejo pasar, sin llanto, sin reclamos, sin transcendencia. Ya llegaran otras fechas que ocuparán estas últimas, otros motivos de celebración, por ahora son los que tengo y como tales los valoro, pero entendí que solo son mías, solo a mí me pertenecen y solo yo debo celebrarlas, sin alboroto, sin algarabía.Me siento viva, joven y capaz de seguir mi sendero con libertad, alegría y respeto hacia mi persona. A pesar del enorme hueco que me deja su ausenciaContinúo sin rencores, sin miedos, sin enfrentamientos. Entendiendo que mi corazón no es un hotel y que por eso no puedo amar a otra personas mientras que él se hospedes en el, le imploro a Dios que me ayude sacarlo de esas habitaciones, y me permita limpiarlas de recuerdos y las prepare para otro huésped, que espero pueda quedarse en el para siempre y pueda acompañarme en mi vejez con amor sincero y duradero.Hoy le dedico estas líneas, que serán las últimas que le escriba, para continuar con mis sueños, con mi vida y con mi amor.
Creo que pude superar con éxito esa baja de afecto...

Safe Creative #0805100652834




5/3/08

VIDAS PRESTADAS



La primera vez que me casé, tenía quince años, estaba enamorada (y realmente lo creía), tuve una bonita boda, un hermoso vestido, un esposo cariñoso y una fiesta cara. Mi esposo era ocho años mayor que yo, era mi héroe, que vino al rescate de tantos años de peleas y golpes de mi padrastro hacía mi madre, maltratos a mis hermanos e indiferencia total hacia mí. Creo que por un tiempo odié un poco a mi padre por habernos abandonado.Comenzamos nuestro matrimonio, como muchas parejas de recién casados, sin un hogar propio, por la imposibilidad económica que por supuesto, tienen dos jóvenes que apenas comienzan a vivir, pero eso no nos importó, porque al menos teníamos un hogar prestado (vivíamos en la casa de mi suegra, junto con mis dos cuñadas). Pero para nosotros, era el hogar perfecto, simplemente porque nos teníamos el uno al otro; yo vivía mi cuento de hadas y el intentaba hacer el papel de hombre adulto y responsable.Rápidamente tuve que interpretar el papel de madre y cambiar mis muñecas por una de carne y hueso; tuvimos una hija hermosa, que al nacer pesó tres kilos setecientos cincuenta gramos y midió cincuenta y cuatro centímetros, era muy grande y tenía la cabecita un poco deforme, porque usaron forcet al sacarla de mi útero. El médico nos dijo que dentro de poco menos de un mes ya estaría normal, pero igual, nosotros no le habíamos dado mucha importancia, porque era la niña más hermosa que habíamos visto, era muy calladita y anexo a eso se había formado dentro de mí con pedacitos de él y míos, ella era un trabajo perfecto que habíamos hecho en conjunto. No podíamos creer que nuestros cuerpos tuvieran ese poder.Al pasar el año, quizás un poco más y sin previo aviso, se nos mudó el amor, o quizás simplemente nos dimos cuenta, que a esa edad, no puedes amar realmente a nadie. Entendí por primera vez que esa no era mi vida, que al igual que ese hogar, la había tomado prestad.Sin rencores cada uno siguió su camino en direcciones diferentes, el tomó su gran maleta, la llenó de todos sus sueños, de sus ropas, zapatos, medias y perfecciones. Yo por otro lado, tomé la mía y la llené de lágrimas, y de temores, pañales, teteros y además en los brazos llevaba una niña, a quien nunca le preguntamos si quería venir o no, así que por supuesto ella no tenía la culpa de nada.

Con todo mi equipaje, salí en busca de mi vida, una mía, no una prestada. Recorrí muchos lugares, conocí a mucha gente nueva, y entre tanto buscar y buscar conocí a un joven apuesto, de cabello liso y muchas pecas en la cara y cuerpo, me volví a enamorar, a pesar de que el desesperadamente me pedía que no lo hiciera, porque iba a sufrir mucho, al principio no le entendí, o quizás sí, pero no quería creer que fuera verdad.Le entregué mi vida, mi fe, mi amor; y entre entrega y entrega nació mi segundo hijo, perfecto, de ojos chinos y piel muy tersa, suave y como bronceada, casi nace en un taxi, recuerdo que pensé que tenía mucha prisa por venir al mundo y sonreía al pensar en la ropa que no había podido terminar de colgar después de lavar, porque las contracciones no me habían dejado. Era más pequeño que mi primera hija, que para ese entonces tenía cinco años, había pesado tres kilos cien gramos y medía cincuenta y un centímetros, también tenía un hogar prestado a donde llevarlo y aunque tenía una hermosa cuna de bambú, el prefería dormir cada día sobre mi pecho, era consentido, mingón y además llorón, la casa era muy pequeña, pero a mí nunca eso me molestó, yo solo quería encontrar mi vida y si era en una caja de fósforo, pues allí sería feliz.Estaba tan comprometida en esa vida, que me seguía entregando tanto y tanto, que nació mi tercer hijo, agraciado con hermosos ojos azules, de piel muy arrugada, piel pálida y como si se estuviera pelando, era muy vivaz, pesó tres kilos sesenta gramos y midió cuarenta nueve centímetros, era absolutamente tierno, todo aquel que lo conocía quedaba prendado de él completamente; mi primera hija iba a cumplir ocho años y el segundo tenía dos. Vaya si en esa vida había sido productiva, desde que había comenzado a hacer el papel de madre, de veras, me lo había tomado muy en serio, tan en serio que nació mi cuarta hija, si señores, esta si que era hermosísima, tranquilita, muy pocas veces lloraba, de ojos chiquitos, piel muy suavecita y pequeñita, había pesado dos kilos doscientos cuarenta gramos, medido cuarenta y seis centímetros y aunque era tan minúscula, tuvo la osadía de decidir nacer por medio de una cesárea, no señor, ella no sería una más, tenía que llamar la atención de alguna manera, porque sus hermanos habían nacidos grandes, fuertes y primero que ella y ¿qué mejor estilo que hacer que a su mami, le abrieran la panza? Todos hablarían de ella.Pero que va, tres hijos no bastaron y después de diez años, mucha hambre, tristezas y decepciones, entendí el por qué siempre me había advertido que yo con él jamás iba a ser feliz.Este hombre ha sido la única persona que hasta ahora, me ha sido total y absolutamente honesta y aunque ustedes no lo crean es a la única, que no le he creído, que ironía la mía…ésta tampoco era mi vida, nuevamente había desatinado en el amor.De nuevo sin rencores, decidimos que a pesar del amor, lo más sano para todos, era que cada uno tomara por su lado y si los mismos eran opuestos, pues mejor aún.Tomó sus maletas, las llenó de tristezas, de vergüenza, de sus tres pantalones, cuatro camisas, cinco interiores y la firme convicción de que tenía que cambiar su estilo de vida.

Esta vez yo me quedé en el mismo lugar, pero con más pañales y teteros, una niña de once años, que me ayudaba tomando de la mano a su hermanito de cinco, un niño de tres años aferrado de mis faldas, otra niña recién nacida en los brazos, esta vez tenía además de mucha responsabilidad en los hombros, la impetuosa necesidad de salir a buscar un trabajo para poder alimentar esas cuatro bocas y por supuesto la mía.Conseguí trabajo, comida y vestido para mis hijos, me compré unos muebles nuevos, unas literas pa´ los muchachos y un juego de ollas.Estando sentados un día en mis muebles nuevos, vi a mis hijos juguetearse sobre ellos, unos con otros y al verlos, me detuve un momento a pensar en todos mis traspiés cometidos…recordé a sus padres y mi vida al lado de ellos…nunca supe de ellos, ni una sola vez, cosa que me hizo especular, en que quizás ellos habían tenido más suerte que yo y habían encontrado cada uno su vida propia, no una prestada, como la que tenían conmigo, y como la que yo tenía con ellos; eso, me entristeció mucho, tanto que mis hijos se acercaron y me preguntaron porque lloraba, solo les respondí, que no lo sabía, pero que eso estaba bien, porque pronto lo averiguaría, siguieron en lo suyo, jugando y saltando sobre mis muebles nuevos.Eso me hizo razonar sobre la posibilidad de que quizás yo jamás tendría una vida mía…Pero no crean ustedes, que esto me desanimó, en la valiosa búsqueda de mi vida, no señor, nada que ver, es más, pensaba que ahora estaba más cerca de encontrarla.Seguí con mi vida en soledad, pero sonriendo y de vez cuando echaba una bailadita con algún compañero de trabajo o me tomaba unos tragos con aquella amiga mía, esa que por cierto hace tiempo se mudó bien lejos y no la he vuelto a ver mas nunca.Aprendí mientras bailaba y tomaba, que en esos sitios no estaba mi vida, tenía veintinueve años y estaba sola sentimentalmente, razoné sobre la posibilidad de quedarme solterona para siempre y sentí un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal y enseguida me sacudí esa idea y me dije _ Dios no me puede echar esa vaina a mí, que va_…como si el tuviera algo que ver con el calamidad de vida que había escogido...

Mis hijos siguieron creciendo y creció también la lista de personas a las cuales conocí, pensando en que posiblemente, serían parte de mi nueva vida en pareja, una de ellas vale la pena destacar, porque formó parte de mi segundo matrimonio, sí, sí, sí, me casé otra vez...a los treinta y cuatro años y contra todo pronóstico, reiteradamente de manera impetuosa y desesperada, por supuesto enamoradísima elevada al cuadrado, mas o menos, pero mal enamorada, desastrosamente mal enamorada.Duró poco, seis años, y esta vez la vida era literalmente prestada, esa vida le pertenecía a otra mujer y a otros hijos, que jamás conocí, ni ellos a mí, una vez más me había equivocado, había perdido la perspectiva, la directrices, estaba devastada.Por primera vez me despedí llena de rencores, por primera vez estas maletas estaban mucho más llenas que las de mis dos parejas anteriores, este hombre adjunto con su ropa y zapatos, se llevó mis sueños, mis ilusiones, mis esperanzas, se llevó su vida y adicionalmente se llevó también la mía. Tanto que de todo lo que vivimos solo le puedo regalar esas tres líneas, no más. Porque siento tanto amor por el todavía, que me duele mencionarlo, por ahora lo dejo en mi pasado y trataré de que no salga de allí, nunca más.Mi primera hija ahora tiene veintitrés años, mi segundo hijo dieciocho, mi tercer hijo dieciséis y mi cuarta hija ahora tiene doce, muy poco han cambiado de cuando eran unos bebes, la mayor muy reservada, calladita, muchas veces no se ni lo que piensa, el segundo es mingón y quizás aún le gustaría dormir sobre mi pecho, para que le sobe la cabeza, si tiene algún problema, el tercero se mete a todos en un bolsillo, es muy alegre y vivaz y la cuarta es tan tranquila que a veces hay que verificar que está en la casa, como cuando era una bebita.Si amigos...al fin descubrí que esta era mi vida real.Tengo cuarenta y un años, no estoy, ni me siento vieja, aún soy bonita y algo de polvo levanto todavía, pero creo que estoy algo cansada de esperar un compañero de vida, fastidiada de tantas decepciones y equivocaciones. Pronto estaré sola, porque se perfectamente que mis hijos no me pertenecen, cada uno tomará su propio camino, hará su propia vida, porque uno mismo se hace la vida, buena o mala, equivocada o acertada, es la que elegimos vivir.Yo, ya lo entendí, quizás piensen algunos que algo tarde, para mí, definitivamente en el momento adecuado. Los errores que cometí, me hicieron llegar a acertar a los hijos maravillosos que tengo ahora, sus papás aunque no los vi jamás, estaban allí, para dármelos de obsequio, porque eso son mis hijos para mí, un regalo de parte de Dios, una corona que adorna mi cabeza. Ya no corro tanto, como cuando era más joven, llevo ahora un caminar pausado, estoy llena de amigas valiosas que me ayudaron a madurar, a crecer y a ser una mujer mucho más inteligente.Quizás algún día en ese caminar acompasado, pueda conocer con claridad y sin nubarrones a alguien, que aprenda a quererme solo por mí, por lo que soy ahora, sin juicios, sin engaños, sin cambiar mi pasado y que pueda acompañarme en lo que me resta del camino por esta vida, tal vez algo turbia, algunas veces triste, otras veces alegre, algo errática en su caminar, pero que es total, íntegra, absoluta y lealmente mía.Y si por el contrario, me toca transitar esta parte en soledad, estoy indiscutiblemente preparada para vivirla, sea como sea, porque al fin y al cabo esta es la vida que escogí vivir. Amo mis vivencias, amo mis tristezas, amo mis alegrías...amo mi vida...esta que no es prestada, sino mía


Safe Creative #0805100652810