4/8/08

Mi pajarito no tiene alas...


Por Edelly J.
Este domingo me dirigí a Caracas en el Metro...
Al abrierce las puertas del Metro en la estación Ruíz Pineda, entran ruidosamente unos principiantes padres en compañía de su pequeño hijo de aproximadamente unos cuatro años de edad. La madre, muy joven a mi parecer, ocupó el puesto a mi lado y el padre con el niño se sientan en el puesto frente a mí.
Me interesé en la locuacidad del pequeño que compartía con su progenitor una amena tertulia sobre el paseo que realizarían en el parque zoológico, mientras se saboreaba una chupeta, que llamó poderosamente mi atención porque encendía en su parte interna una luz de color rojo.
De pronto el joven interrumpe al niño diciéndole en voz alta -“mira muchacho, súbete ese cierre porque se te va a salir el pájaro”-. Al escuchar las palabras del papá observé las miradas incomodas de las personas que estaban a su alrededor, cosa que importó poco al padre e hizo sonrojar a la casi adolescente madre; el niño rápidamente baja la mirada hacia su pantalón buscando el pájaro, que por supuesto no logró encontrar, curiosamente se da vuelta y mirando a su papá fijamente le pregunta -“¿qué pájaro papá, donde está que yo no lo veo?”- a lo que sonriendo pícaramente, el le contesta señalando con su dedo la parte del cierre del pantalón diciéndole -“este pues, ¿cual más?”-
El niño desconcertado vuelve la mirada nuevamente al pantalón y no ve el pájaro y poniendo sus manos en la cintura corrige a su papá con estas palabras “papi este no es un pájaro es mi pipí y además si fuera un pájaro no se puede escapar porque mi pipí no tiene alas”.
Todos en el vagón, soltaron una carcajada que rompió la espontaneidad de aquel momento entre un padre y su pequeño hijo. El chico observa a su alrededor y con mirada indiferente mete su chupeta luminosa en la boca…
Enseguida vino a mi mente las palabras de Jesucristo cuando dijo: “…dejad a los niños venid a mí y no se lo impidáis, porque de ellos es el reino de los cielos…”
El que tenga oídos para oír que oiga…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho tu historia, como siempre, nunca te comento por aqui sino por escribe ya, hoy lo hago por aqui porque fue el que abrí primero...pienso que los niños nos enseñan muchas cosas...esa inocencia es la que Dios quiere de nosotros...Una vez mas gracias por recordarmelo...

Anónimo dijo...

jajaja...me río porque al igual que los que estaban en el metro pensé mal...conchale vale porque no somo como ese chamo...claro, abierto y explicó su punto con lógica...lo que más me gustó fue la foto...de verdad en esa historia el niño fue el papá...tendré más cuidado con lo que le digo a mi hijo..

José Piñero dijo...

Asi son los niños. Gracias por tu historia, siempre con algo fresco.
Saludos. Dtb

Anónimo dijo...

LA MARAVILLOSA SABIDURÍA INOCENTE DE LOS PEQUEÑOS GIGANTES...TENDRÍAMOS QUE OIRLOS MÁS SEGUIDO Y TODO EL UNIVERSO CAMBIARÍA...SEGURAMENTE...AMIGA MÍA!!! ABRAZOTES.

Anónimo dijo...

Simpática historia.
Un abrazo desde Buenos Aires-Argentina