14/7/08

Entrañables

Por Edelly J.


Me levanté decidida a no volver con ellas nunca más, esta vez tendría fuerza de voluntad, no caería en sus redes otra vez.
Fui a la oficina y la inquietud que producía el abandonarlas, casi no me dejaba trabajar. Traté infructuosamente de obviar mis pensamientos de tristezas por los largos años de apego, pero estaba decidida, ellas por su lado y yo por el mío.
Ya estaba resuelto, desde hoy dormiría sin tener que tenerlas cerca.
Muchas veces mi marido se quejó de mi abandono por causa de ellas y no lo permitiría más, eso tendría que cambiar.
Una sensación de inseguridad, inundaba mi ser, no sabía si podría lograrlo.
Camino a casa, en El bus, la ansiedad se apoderaba de mí.
Anochecía y recordaba con dulzura su suavidad a estar cerca de mi rostro, la cercanía de ellas me llenaba de tranquilidad, pero no...Eso duraría hasta hoy...
Me duché y me puse el pijama, mientras las esquivaba, (observaban tristemente mi indiferencia), aparté el cobertor, me metí en la cama y me cubrí hasta la cabeza, no quería ni verlas.
Estuve dando vueltas en la cama varias horas, nada hacía que conciliara el sueño, conté ovejas, elefantes, canté canciones, bebí agua con azúcar, pero nada...era increíble la necesidad que tenía de ellas.
Después de varias horas de sueño perdido, no aguanté más, me levanté y las traje a la cama algo molesta, (se emocionaron al saberme pérdida sin ellas), puse una bajo mi cabeza, otra entre mis piernas y abracé a la última de mis almohadas, como siempre lo hacía.
Inmediatamente mis ojos cansados encontraron sosiego y serenidad. Dormí profundamente, mientras soñaba que quizás mañana podía volver a intentarlo.

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